No existe una forma explicita de escribir sobre lo que es una sensación extraña, por algo es extraña; pero quizás simplemente no es cognoscible o lo es para muy pocos. Pero para los que la conocen no la pueden transmitir ni comunicar, ya que es cosa de cada uno; de la imaginación, del ser o del que a veces no escuchas pero sabes que está allí.
Esta sucede con ciertas personas; en esas circunstancias inexplicables en los que ni siquiera te das cuenta lo que estás diciendo, miras al cielo y en el minuto siguiente sueltas una carcajada.
Sientes tu corazón palpitar cada vez más lento y colocas mucha atención en los pequeños detalles de la persona, ves más allá, te fijas en cómo es su mirada, el estado de su pupila, como te mira y te envuelves en su ser. La forma de sus labios, las expresiones que hace con ellos, si tiene esa sonrisa dulce e impredecible a cada momento. Sientes la necesidad inexplicable de platicar con aquella persona así sea unos segundos; se encuentra cada instante en tus pensamientos, tanto en los rutinarios o en los que intentas poner tu mente en blanco, convirtiéndolo en algo más intrigante e inevitable. Tanto que aprendes a volar de este mundo paralelo y ver tus ideales más cercanos y al respirar toda tu caja torácica no solo se llena de aire sino a veces de melancolía o todo lo contrario de alegría.