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Thursday, December 22, 2011

El señor de las medias azules.

“Es como quedarse en "pelotas" ante un amor frustrado.” -Joaquín Sabina-

Diez minutos más de mierda, canción de fondo agotadora, miles de gritos encerrados; yo suspirando por tu boca, en tan solo una semana envenenaste mi alfabeto y te dejaste regar en mi pensamiento. Como esos vicios que recorren tu piel, te complacen sin porqués y dosis diarias necesitas, quiero ser.
Veo los diarios de ese caminante que es tan solo un peregrino  y me recuerdan los humos que alguna noche me hicieron volar pero también toser pues su aroma lo hacía envejecer.

Cansada de tanta miel con gaseosa y de simple galactosa me volví adicta al chocolate amargo, a ese que es puro incluso cuando esta derretido, así paso mis noches entre sones y sin sabores, entre vecinos fiesteros y ruidos de automóviles, con tu lugar en mi cama acogido por un par de almohadas y en lugar de tus besos un peluche con aroma a vainilla de esa que me hacen sentir como una niña, una niña traviesa que prefiere pintar en paredes ilusiones perdidas de viento y sentimientos; que sonreír falsamente por una victoria envuelta de mentiras de las cuales sus amigos suelen llamar complicaciones de la vida.

Hoy no tengo más que mocos para darte ya que las letras de esa canción de amor se quedaron encerradas cuando corrí tras la última decepción,  no vengo a pedirte horas de atención,  ni mil amores pues con el estar aquí presente mis ojos ya no aguantan las ganas de robarte un beso atrincherado que te tome de la mano y te diga cual pelmazo que te quedes a mi lado.
Hoy cualquiera puede andar de medias azules, hoy cualquiera toma té en las esquinas, y hoy cualquiera también escucha canciones de amor; pero no cualquiera se ríe de sí mismo, no cualquiera aprende de tristezas y no cualquiera baila sin canciones.

- Yo soy muy sensible a la belleza así que no distingo el corazón y la cabeza –
Mientras me pinte las uñas, me enamoraba de un desconocido viendo una película de acción, para matar el frío y no hacerle caso a la razón. Sin embargo este querido señor, prefirió echar al viento el corazón y seguir con sus rizos sin matizar la canción. Ahora me pregunto porque no me ingenie otra forma para crear un pasaje que no tuviera estación en el desamor sino que la magia nos llevaran a volar y las noticias al sueño no llegar.

Quizás nunca te vuelva a encontrar o de la mano te vea caminar con una chica de medias azules que vaya bien con tu estatura y tu ritmo de caminar. Pues si alguna vez no muy lejos de estos tiempos de azar te vuelvo abrazar en tu sonrisa plasmare que yo no sé mucho de canciones ni de amores, pero puedo regalarte margaritas con una suave brisa que llegue a saciar tu sed.


Porque mi vieja me enseñó como bien dice Calamaro en su canción “dicen que hay un mundo de tentaciones, también hay caramelos con forma de corazones... Dicen que hay algo que tener, y no muchos tenemos”.



Monday, December 12, 2011

De espaldas.

Porque no darte la espalda, porque no decirte adiós y marcharme para siempre para dejar tan solo las risas que nos hicieron presentes.

Hoy por hoy ya no me queda nada, ni siquiera el deseo de tenerte cerca, mi escenario ya está sucio, mi función se ha desteñido y mis plegarias están perdidas, mi compañero ya se ha cansado de sostener mis gritos sin embargo el sigue aquí.
En cambio tú, con tu boca sellada pretendes que continúe mi acto sin sentirte un completo extraño, sin reproches, maquillando mis mejillas para que creas que aún me sonrojo al verte. 
Ya estoy aquí, mis pupilas se han dilatado pensaría que es normal, pero después de tanto llorar mi mirada no brilla  y mi espalda está cansada de cargar.

-Sin embargó puedo ponerme humilde y decir que no soy la mejor, que me falta valor para atarte a mi cama, taparte los ojos y seducir tu  alma.-

Así que hoy me despido y sin revirar te deseo suerte mucha suerte y que en tu camino encuentres alguien que te bese siempre igual. 

Entre delirios y recuerdos.

Otro día naranja amarillento entra por la azotea, escabulléndose entre los rincones;  las escaleras crujen y el viento sopla tan fuerte  como aquel viernes en el que Peter murió. La casa está tan llena.  Megan viendo sus novelas cotidianas; el tío Char  fumándose un tabaco al ritmo de Serrat y García;  Emily como de costumbre encerrada en su cuarto, nadie sabe lo que hace allí; papá haciendo su rutina de ejercicios, mamá en  la cocina, el perro tirado en el tapete rojo de la sala rascándose las pulgas y mordiendo el gato de peluche que en un tiempo fue mío, pero que ahora solo quedan algunos restos.  Así pasan los días en esta casa resquebrajada por los recuerdos  y los desaires.

Así después de unos 3 o 4 minutos de caminar por el techo, mamá grita, no pregunto cuál es el motivo, pues ella a veces lo hace porque sí  y ya no quiebro las tejas pues esta casa solo entra  en silencio cuando quedamos el perro y yo y pues cuando la vecina de al frente no saca su perro de cuerpo minúsculo y ego presumido a pasear por ahí, haciendo escándalo por todo el edificio. ¿Qué tiene que ver el perro? No sé, tal vez lo irritable que hace mis tardes de series o mis noches desica o será porque no tengo quien me saque a pasear, creo que no importa; no podría caminar en las manos, las ensucio y eso me pone molesta.
Otra cosa que me pone molesta es saber que el tio char no hace parte de la familia y que me gusta y no puedo hacer nada frente a ello. 

El suele aparecer y desaparecer constantemente, la lujuria de su cigarrillo acompaña mis noches traviesas de letras y desvaríos.
Todavía recuerdo nuestro primer beso, el ángulo perfecto, el movimiento desviado y suave de su lengua, el calor de su respiración y el pasar gustoso de su saliva sobre mi lengua.  Sin embargo todo quedó en ese primer beso, tanta perfección no podía ser tocada más de una vez. Así que de nuevo se marchó. Yo retome las escaleras crujientes y mi bronceador,  en la azotea tras una tarde de lluvia y calor exorbitante de cuerpos amantes y lúgubres pasiones.
Hoy después de una pelea, digo comida familiar; subo a la azotea  y  detrás de un atardecer naranja abro mis y me doy cuenta que soy muy mala para inventar historias.