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Thursday, March 10, 2011

Un escrito rosa.

Sueños vienen y van, algunos por su magnitud solo se quedan en eso, otros por su inconstancia se pierden en el viento y unos con suerte logran desenvolverse.
Una vez en un compartimiento de mi mente logre encajonar las ideas rosas de mi inconsciente;  aquellos momentos que me gustaría pasar, esos visos que nunca van de mas en el viaje de la buseta a casa, esas fotos que nunca existieron,  esas manos que tocaste entre el viento, esas risas con compañía pero al mismo tiempo con nadie.
Un cajón que no puede tener más tonalidades vivaces pues sería impenetrable, una bomba atómica para las decepciones y tristezas,  una melancolía constante  por las ansias de lograrlo.  Quizás debería dejar el gusto por el cine,  ese vomito de palabrería  y sonrisas causan a mi mente un colapso de ideas que aunque sé  que muchas quedaran frustradas, un mapa mental  logra hacer hervir mis venas y al mismo apagar mis ojos.
No podría ser más ficticio el hecho de que todos tengamos poquita ropa en nuestra mente,  el de revivir los cuentos de hadas o más bien sacarlos de portada, el de que  nuestra vida tenga música de fondo o que a los 30 aun poseamos muchosidad como a los 3 …
Allí pasan las horas y cada minuto invento algo nuevo, o será copia de un libro?  Sea como sea en mi concepto no debería ser solo divulgado en cintas  de reflejos cerebrales o películas.
Muchas son las confesiones inconscientes que realizamos a diario, muchas son las decisiones absurdas que tomamos por aligerarnos; como cuando un infiel dice “jamás lo hare”,  a menudo se convierten en causas incontrolables. 
Costumbres en la calle, inestabilidad en el clima, percepciones en el aire y de pronto pensamientos entre mezclados en el té; promesas desquebrajadas, citas de labios sumergidas en licor, una perdiz en medio de un aguacero desgarra sus plumas por falta de anhelo.

Una sonrisa colorida, una expresión amarilla y un moñito curioso en su cabello.  Unos ojos que hablan por sí solos, unas manos intentando dar calor y una boca que te entiende los problemas. Un abrazo y una fuerza que te llega, una magia eterna. “ AOS


Los marcos sobrepuestos riegan la tinta sobre la alfombra,  el olor a naftalina va tras los vestidos rotos, el juego de sabanas rosas esta mojado, mi nariz está seca y fría, mi espalda tiene sed de apegos pero mi cabello tiene sobras de anhelos.
La película sigue corriendo, pequeñas distorsiones se asemejan a la neblina en las mañanas,  la galería de arte da unos cuantos paletazos sobre sombras incoloras, escucho el sonido de un gargajo y acelerándose, aun espero el momento en que mi bomba de chicle sea explotada por algo más que carne y hueso. 

Wednesday, March 9, 2011

La ultima mudanza.

Emily toma su equipaje y recoge su pañuelo, solemnemente camina hacia los escalones del tren.

La noche congela hasta el rincón más recóndito de la tierra;  su piel totalmente  erizada convierte sus vellos en espadas rompiendo el viento y el verbo aprehender parece una metáfora inconclusa, todo se disuelve en sus manos, se escapa de los sentidos, del mismo tiempo.
Su vida parece arrollar sus sueños, y él se acerca a estropearlo todo, a mostrar que errar no es humano, ni llorar, ni mentir…

Antes ellos fluían juntos, el mundo era bello por simple rareza, todo tan fácil de aprender, antes de su abrazo ella era un caballo sin herradura, ahora sus bienes no son salida ni entrada, ella lo extraña y por supuesto hace frío. 
La noche parece una estampa de esas del norte de Canadá, él es su alivio; verlo lejos, sentir la ausencia pegada en los rincones del sabor de sus besos perdidos en el tiempo, sus delicados dedos rompen las notas de una guitarra que no sabe si atormenta o acompaña.
Sus sábados tendrán una vicisitud repugnante, el café  ah llegado a su fin, los atardeceres pintados pierden su color y las noches bohemias carecen de suspiros ajenos y lagrimas armónicas,  porque las sonrisas se funden  en recuerdos y peor aún en uno que otro olvido.
Emily empieza acostumbrarse a ese callejón de recuerdos, al jugo de naranja espeso, al goteo inconstante del grifo al medio día, de la ausencia de olor a yerbabuena; comienza a serle susceptible el sabor a leche rancia en la nevera,  que al  momento de cocer la carne deba marcharse o las palabras vagas que él usa con frecuencia.

Ayer salió de su casa compro cuadros nuevos, fue aquel bar por el centro por la cerveza que osaban compartir, paso intencionalmente por el parque, ese parque envenenado de arrebatos y canciones que marcaron los preceptos de la noche, de sus noches; concluyo su hazaña, esa que el tenia siempre en mente de hacer victima a una mujer de sus propios pensamientos…


Allí prometió que esta fuese su última mudanza.